Existe una anécdota apócrifa que es referida con frecuencia, de la ocasión en la que Einstein conoció a Chaplin. Ambos eran prácticamente rock stars en sus respectivas ocupaciones, y había una multitud de fans rodeándolos. Se supone que Chaplin le dijo a Einstein, “nos admiran ambos; a mí porque todos me entienden y a ti porque nadie te entiende.”
Otra anécdota en la misma vena involucra al astrofísico Arthur Eddington (1882 – 1944), que trabajó además en textos explicando la Teoría General de la Relatividad. El físico Ludwig Silberstein, que se consideraba experto en el tema, dijo una vez a Eddington, “dicen que en el mundo sólo tres personas entienden la teoría de la relatividad.” El pobre pensaba que Eddington contestaría, “sí, Einstein, tú y yo”, pero en lugar de eso el astrofísico se quedó callado un rato y al final dijo, “estoy tratando de pensar quién es la tercera persona.”
Estas anécdotas, graciosas como son, no hacen mucho por alentar a la gente a acercarse a los textos de Einstein, sino todo lo contrario. Si a alguien se le pregunta si ha leído a Einstein, posiblemente puede decir, “sí, he leído un par de biografías”, o bien “he leído sus ensayos”, pero difícilmente se atrevería siquiera a considerar abrir uno de los artículos de física de 1905, el famoso “Año Milagroso” en el que con cuatro artículos Einstein puso de cabeza a la ciencia física e inauguró toda una rama de la misma. Este aspecto intimidante de sus artículos es una pena y hay que corregirlo.
Veamos primero: no es que los científicos de su tiempo no entendieran los artículos de Einstein, los entendían perfectamente. Las matemáticas y los conceptos físicos usados son casi elementales. Lo que era increíblemente difícil de comprender eran las implicaciones de los artículos. Ciertamente no es difícil seguir los razonamientos, pero es asombroso ver cómo Einstein va revelando cosas insospechadas de los fundamentos mismos de la realidad física, con tan sólo hacer ciertas presuposiciones y después llevarlas a sus consecuencias lógicas.
Ahora bien: ¿tienen los artículos muchas fórmulas? Sí, desde luego. Pero lo hermoso de ellos es contemplar los asombrosos razonamientos de Einstein, no las fórmulas, que son simplemente traducciones de lo que va explicando, a lenguaje matemático.
Maravilloso, Pablo! Trataré de leerlo , gracias!
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Me encanta, sumamente gracioso
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Valiosa información. Gracias por el enlace.
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