Puntos de quiebre.

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El clivaje designa, en los cristales, los sectores donde la unión de los átomos es más débil, zonas de ruptura. El término fue empleado en psicología para designar, por ejemplo, puntos de escisión del yo. En Zona de clivaje, Liliana Heker utiliza el concepto para preguntarse por la existencia de esa cualidad dentro de una pareja y en la construcción de una identidad.

Alfredo Etchart es profesor de literatura, mantiene un noviazgo abierto con la treintañera Irene, a la que conoció siendo una alumna de 17 años. Es una relación exótica como las integradas por narcisistas de alta resistencia, intelectualmente soberbios y emocionalmente desprejuiciados en apariencia. El punto de quiebre se produce cuando ella entiende que la supuesta apertura es unilateral. Le abre los ojos una nueva alumna de él, de la edad que ella tenía al conocer al profesor. A partir de allí, Irene luchará contra los celos que le produce ese espejo, y comenzará una búsqueda que describirá con analogías propias de su profesión: la Física; con preguntas sobre hasta dónde somos capaces de aguantar la introspección, es decir, de qué está hecho nuestro clivaje.

Heker ganó con esta obra, reeditada en 2018, el Premio Municipal de Novela en Buenos Aires en 1987. Hay una tesis que apunta al descubrimiento del feminismo y a la necesidad de todo individuo de dejar que el cristal se rompa y que la parte resultante se configure como un nuevo todo. Y es, también, una historia de amor post dictadura, que atraviesa la cultura emergente de la década.

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