Marina Do pico entrevistó a Eric Schierloh para la Revista Atletas. Sin desperdicios.
Eric Schierloh (La Plata, 1981) es muchas cosas: escritor, traductor, editor, tallerista, creador de la editorial Barba de Abejas. Sin embargo, entiende todos sus roles como ramificaciones de un mismo árbol: la escritura. De ese quehacer multifacético salen libros tan disímiles como las novelas Formas de humo (2006), Kilgore (2010), Donde termina el desierto (2012) y La mera tierra (2017); y los libros de poemas Costamarina (2012), Frío en las regiones equinocciales (2014), Los cueros (2014), Por el camino de tierra (2017) y Cuaderno de ornitología (2018) —antología de poemas y traducciones sobre pájaros publicada por Caleta Olivia.
Coordinar la entrevista tomó meses: Eric siempre está viajando a alguna feria o evento. Finalmente, quedamos en pasarlo a buscar por la UNA, la facultad donde enseña en la cátedra Taller de Poesía II, y manejar hasta su casa en City Bell. En el trayecto charlamos sobre el paisaje, la ruta; el santuario de Rodrigo que está en plena autopista deriva en una conversación sobre la misoginia en el arte. Empiezan a aparecer los campos de plantas silvestres al costado de la ruta y ya estamos cerca. Con las indicaciones de Eric, desembocamos en un barrio tranquilo de calles angostas y muchos árboles. Eric señala: “Es esa casa, la de la catalpa en flor”. Rocío, que maneja, se pasa unos metros. “Acá, acá. Perdón. Es que yo digo catalpa y asumo que todo el mundo sabe qué árbol es”, dice riendo.
Me había imaginado su casa como la de un ermitaño: austera y despojada. Al llegar resulta ser una casa familiar, con un pizarrón lleno de actividades, fotos, mochilas de colegio, tres perros y un gato. Eric nos muestra su taller, que está sobrecargado de objetos, como todo en la casa. La biblioteca ocupa toda la pared. “Es probable que esta sea la biblioteca sobre Melville más grande de la región”, dice. Efectivamente, los estantes están repletos de lomos en los que se lee “Melville” en distintas tipografías: varias ediciones de Moby Dick, su obra completa, cartas, biografías, crítica. En el patio, bajo la Santa Rita, comienza la charla.
Atletas: Marianne Moore decía que los poemas son como jardines imaginarios con sapos reales. ¿Qué buscás vos en un poema?
Eric: Uy, qué decir después de la frase de Moore… Yo intento que un poema refleje una situación que viví, pero al mismo tiempo que la escritura del poema complete esa experiencia. Tienen que darse ambas cosas. No me interesa un poema que dice algo que no está conectado conmigo. Para mí un poema tiene que ser un registro de la experiencia. En un sentido o en otro, pero en algún sentido tiene que ser el registro de una experiencia. Digamos entonces que me interesan más los sapos reales que los jardines imaginarios.
Atletas: ¿Cómo surgió la idea de crear una editorial?
Eric: Para alguien con un proyecto de escritura como el mío, publicar solamente en editoriales independientes (que son las que quiero, admiro y a las que siempre voy a apoyar) no era ni es económicamente viable. En 2010 yo trabajaba además en la escuela secundaria y eso hacía que la escritura comenzara a funcionar en una suerte de segundo plano y contrarreloj medio ficticio, y estaba en ese momento preciso en el que muchos terminan por resignarla o abandonarla a causa de las condiciones materiales necesarias para poder colaborar con la subsistencia de una economía familiar. No quería resignar la escritura, pero tampoco quería que la escritura no colaborara de alguna manera con la dimensión del trabajo más formal, digamos. Era un callejón típico. Entonces encontré esta solución que es la edición artesanal, que implica hacerse cargo de todo el proceso, involucrarse al máximo con la escritura en un sentido muy amplio que incluye la hechura de los libros y la circulación, todo lo cual permite ver resultados más rápido en términos de capital simbólico, de construcción de una obra y, por supuesto, también económicos. Diría entonces que viene de estas cuestiones: poder escribir y publicar cómo y cuándo quiero, y de generar las condiciones materiales para que eso ocurra y circule, lo que además me permitió dejar definitivamente la escuela secundaria para dedicarme casi por completo a este tipo de escritura total, que yo llamo edición artesanal. Por aquel entonces estaba además en un momento de mucha producción, tanto de traducciones como de textos propios, algo que por suerte continúa, y entonces la edición artesanal me permitió seguir eligiendo a las editoriales independientes que me interesan (y en las que siempre voy a publicar) para algunos proyectos y, al mismo tiempo, ir desarrollando el catálogo de Barba de Abejas. Me gusta diferenciar entre “vivir de” y “vivir con”. Vivir de las cosas tiene algo de parasitario. No quiero vivir de la escritura, porque entonces existe el peligro de encarar la cosa como una fórmula y eso generaría la repetición de algo que no sería genuino. Vivir con la escritura implica aceptar que va a haber cosas que van a funcionar y otras que (en principio) no, pero que deben ser intentadas y sostenidas de todas formas a lo largo del tiempo. Escribir principalmente poesía, si se quiere, es una manera más cercana a vivir con la escritura que de la escritura.
El resto de la entrevista acá.